lunes, 24 de enero de 2011

CANCIÓN DEL ALMA QUE DUELE

Ya sólo amo las rosas  que aún no han nacido en mi jardín
El sabor acre del vómito que sube hasta la garganta
hace más dulce esta absurda espera

Tañe lento, el eco
 el sonido que por teléfono llaga desde Tánger
…ya te contaré…
ni Pessoa hallaría los versos perfectos para este vacío
para esta tristeza  famélica, breve, débil. Hecha de oración
De subterráneas flores de cerezo, de furiosas y obscenas flores de magnolio.

Me duelen los pechos,  la leche encallada desde lejos
El sol teje desgarro en este incierto mercado de desaliento
Devoro la imagen que se aproxima infiel a este incierto y sublime cansancio
Arqueóloga  de cadáveres en los estercoleros
Desgajo cado uno de lo trozos de su cuerpo
El viento, aullido interminable, amnesia, lágrimas y dedos
Ojalá no tuviera memoria, no sintiera ausencia, ni paisaje
ni orilla, ni horizonte, ni entraña dividida, ni surco
Sólo ida y otra vez el árbol cercenado se refleja en mi espejo
con el corazón absoluto. Loco
Rodando, sonando animal. Descarnado, ardiendo aún vivo
Como un Neptuno en la sombra que llora estremeciendo

1 comentario:

Rafael Caunedo dijo...

...muy chulo, Natacha...