sábado, 8 de enero de 2011

ebria

Ebria

Una cisterna de agua azulada
ebria y nocturna
lícua este azar único
No necesito un espejo para reconocer tu existencia,
para sacudir la conformidad embustera
donde nos alojamos

Una sobriedad convexa, quebrada
depositaria de la memoria, materia aún de tierra
Un aguacero de pútrido hedor fabrica ríos infantiles
Cauteriza como un sueño hecho de barro
Nos anega, aún usuarios de la visa oro,
del ambiguo mercado del afecto
Supervivientes de esta expedición impía
y borra lentamente las palabras que te di

Tú eras ese yo cercano,  íntimo
que es más yo, más que tú mismo
Más  de lo que había imaginado,
o sólo una amarga y coagulada invención de callada existencia
Aún  te estrecho ardiente,
sobre la noche insomne de paño donde habito
espuma de luna inmensa
Tu sonrisa voraz apartaba el dolor
Indemnes, tus brazos como barras de pan caliente
entre el perfume de los días, siegan pupilas

Una seña deslumbrante y tímida
como un faro, articula tu voz
gime un pálido aullido, arqueado de penumbra
No me atrevo a mirar al mundo. Me derrumbo, me duele
Ebria, deserto ante la certeza:
tenerte es enjabonar un poema 
El amor se alimentaba extenso y húmedo
entre la saliva y la lluvia. Boca y fango

Ahora tu ausencia se cubre de marcas azules
De un intenso dolor azul lleno de rosas hechas de garganta,
hechas de ruido, hechas de calles. Semáforos amapolas
De membrillo y puestos de pájaros recién cortados
Se yergue como un reloj entre versos llenos de pezones

1 comentario:

Benito dijo...

Genio y figura, Na. :)