martes, 28 de agosto de 2012

y para recordar por qué


Soy, tan mayor que el viento ladra mi nombre.
No voy a preguntarte por la lluvia o por el miedo
Todo es dentro, demasiado para un sueño.
¡Que nadie hable!
Me atormenta su cuchillo, sus arterias cortadas con insignificante, 
anónima sobriedad.

Vano lecho

Tenemos la noche turquesa, grande que no termina.
El agua de mi fuente, de quien comprende cómo es ahora.
Y para recordar por qué más unidos y cercenados.
Que nadie diga nada más.

¿Era mano que el amor destierra?

De qué extraño azul eres. Conciencia, diferente e inventada.
Tus párpados exhalan mármol,
fragantes de nidos, habitados de invernadero.
Tú, él, ángel como yo.

Sí, se nos acaba la certeza.
y no la que tengo yo. 
Toda la que arropan los copos de nieve sobre mi cabeza.

Sé que te has de ir de mí, otra vez
Sé no gritar sombra celosa sobre la tierra que abono,
que se hunde en el lloro de espejos opacos, flor de piedra.

Mientras al jardín estéril de azucenas y lirios,
serena desventura,
perdida de mi soledad, y de mi silencio de cálamo, me retiro.
Espera, más que verdear, que florear y que frutar.

Que se cayeron en él los extraños pétalos del árbol del invierno.

Ha sido más que en mí sin espada, sin nada 
melenas, grito ardiente, cosmos,
más que cosmillos.




domingo, 26 de agosto de 2012

¿Qué hago yo hablando de amor?



¿Qué hago yo hablando de amor?

Es casi como ignorar un buen día lleno de luz,
luna extinguiéndose ciegamente.

El amor se siente acaso en el desnudo segundo que dura un beso.
En el abismo, que imperceptible nos lleva al matadero.
Sé que triunfa sobre mis huesos después de tu despedida.
Ruina repleta de hierros azules clavados en la arena.
Es lo único que hoy poseo.
Pluma y leve paso.

En realidad es sencillo llegar hasta aquí.
He repartido tanto dolor, besado tanto dolor.
Esforzado azar de delirantes bisturís,
derribados como líquidas esquelas de belleza
que no es bondad.
De la verdad y la crueldad.
Dentro de este abrazo impuro, al amparo de la oscuridad
en el balcón que se asoma a la humedad de la noche.

Poseo toda la redención que dan los amores inmunes y efímeros…
Todas sus formas de silencio y derrota.
Seducida sobre los límites que imponen los bufones.

Convencidos de la mentira que hemos sido
vamos en el vagón de los posesos
ya no respiramos color que se extiende en el futuro
Tu boca me duele, me muerde furiosa
quiero ignorar tus ojos incendiarios

¿Por qué debo servirte los besos desde el dolor?
¿He sido tan infame?
Tú mismo te engañas sin límite
¿Por qué me sirves en tan descarnado striptease?

Esperare.
Somos nuestros enemigos por eso vuelan huesos,
huecos de papel que se reflejan en la pulpa del espejo.
Aquí no ha quedado casi nada en pie.

Una sofocada forma de lucha va cosiendo el universo
los arbustos perdurables del amor, tras la luz del exilio.
Y entro en lo que disolviéndose temo, submundos,
ese horizonte sabiamente frágil
arqueándose sobre el ala de mi sombrero.