sábado, 2 de marzo de 2013

PENSAMIENTO DE ÁRBOL



 
 
Soñé que te alcanzaba.
La máquina segregaba sin vacilar planetas por una cerradura.
Y yo era la pupila más pálida y sombría que habías besado.
La piedra, a través de la que mirabas, idilio estúpido,
pensamiento de árbol.
Y sólo eras una roca,
que salvaje había encontrado conversando con un río.
El alfabeto que nunca comprendí.
El nocturno que habíamos alquilado.

Hubiera preferido recluirme en el patio a coser llagas.
Y sin embargo, allí estaba, reptil, dispuesta a hacer todo lo invisible.
Todo emergencia, dominio absoluto.
 Abrojos en tus manos.
Siendo tan vidrio, no-recuerdo las otras ausencias.
Me entrego, en absurdas transpiraciones, con los ojos hinchados.
Las máquinas, perforadoras de almendros, cada vez más inútiles,
ya sólo nos sirven para no sepáranos de los muertos.

Tal vez desde otros libros, con sus miles de implantes,
o a través de un prisma construido de animales, pudiera reconocerte.
Pudiera revelarte el dolor que alojo.
Esas elecciones angustiosas, con sus enormes vientres.
Este gabán y sus alucinaciones.
Conciencia, en la que se desparraman sentido y soñar
con sus falsas promesas.
Lo poco y la nada, esa mesa de forma torpe,
Que parecías servirme. ¡Oh necia!
Mi pequeña imbécil, mi dulce compañía, cansada te abrigo sin dueño.

Siento que la vida tiene un sentido estrafalario y delicado de ordenar
nuestra inconfortable, dispersa, mala luz.

Aspiro a no despertar de este modo delirante
a huir para siempre hacia el oeste o hibernar en tu costado
Ni tal desengaño me sirvió de hogar.

Pero no: al oírte, como en una bodega envuelta de hipnóticos lóbulos
ese vago sentimiento, parecía mataderos de extrañas risas
o tal vez una tribu serpiente trazando tempestades.
Y allí no encontré escalpelos limando tus labios o
los versos criminales de tu cara.
Raido lo humano es allí donde perdí la voz.

Di a luz pequeñas y perversas plumas hechas de plasma

Por qué lo que te rodea no es más que descabellada carnaza.
Y no es tu grupa abisal, ni el enorme caos lo que me atrapa.
Que ya no queda nada de nosotros y aquí me planto.
Que todo acaba teniendo sentido, hasta lo más nimio,
este segundo antes de despertarme,
lo que está por venir,
acaba concretándose como tu dedo señalándome.
No soy o no me mereces.


2 comentarios:

RAJE dijo...

Mi pequeña imbécil, mi dulce compañía, cansada te abrigo sin dueño.

Feliz dia

Luís Bento dijo...

Y sin enbargo las palabras viven en este bueno cuento...