Eres esa caligrafía alargada,
que reposa en mi costado, entre la ensalada y el lúpulo.
Eres el vibrante trazo azul, que cobalto define el horizonte.
Eres lo que se atrapa y sostiene preciso en la copa.
¿Serás tú el barquero?
Eres la minuciosa y geométrica áurea de las flores,
o un collar de caléndula y sándalo, que se desvanece.
El signo naranja o la sombra.
La palabra.
Eres perfumado vahó, humedad hecha laúd.
La hermosa y trémula voz que me acompaña, medita y arrulla.
La palabra que me lee cada noche.
El que canta árabe desde el cobre y la espiral.
La voz que amo.
Eres la palabra diáfana, armilla, soga y patíbulo.
Estuco, arra.
La palabra que torsiona, teje y desteje o astrágalo.
Cada noche, la espera que no es distancia,
traspasada de besos, de silencios de hilo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario