Se consume en mi dolor heredado del que sólo quedan aguas turbias
Contagiada por el miedo de un ciprés que da cobijo a jadeantes pájaros
Si toco mi piel, no memoria, se equivoca mi útero
Llueve sobre un tortuoso está y no está. Nada es lo mismo
Alimentar la roca, por destino inventar recuerdos como máscaras.
Si toco la luz de uno de esos héroes magnéticos, materia y violento caos
Toco la propia destrucción que alumbrará fuego
Porque nadie puede ser un árbol,
ni su regazo para quitarme todo el miedo
Un árbol es la forma y el vacío
Ha venido y no ha venido, es vacío. Es camino
Lo conozco, y como me conoce ya no es lo mismo
Siento una línea, que comienza en la perpetua noche,
Construida de recuerdos invertebrados, tenaces
Un libro hecho a base de ruedas de diez mil dientes
Desglosar lo que contiene el vacío es una monstruosa carnicería
Aquí están las pruebas, de mí misma y de lo que no es:
Tugurios del olvido
Si camino por sus pasillos y muros, cobre y petróleo, siendo escritura.
Una destrucción, densa vestidura me cubre de silencio desnudo
Lo que transforma es lo que me cansa y lo que revela la luz oscura
Alumbrar un charco, una no ornamenta de inatacable singularidad